Corrección: ¿cómo y a quién?
Objetivo
En este artículo reflexionamos sobre la importancia de dirigir las críticas hacia el comportamiento inadecuado en lugar de dirigirlo hacia la persona. La crítica hacia la persona trae consecuencias. |
Muchas veces se habla sin reflexionar. Nos pasa a nosotros, y le pasa a los demás. El momento en caliente, la prisa, la superficialidad, las emociones en juego... pueden ser muchos los motivos por los cuales hablamos sin dar el adecuado peso a la palabras con la consecuencia de llegar, con el tiempo, a situaciones y vivencias poco agradables.
En cuanto a las correcciones del error, argumento del cual nos ocupamos desde hace tiempo con varios artículos, el pensar bien lo que decimos, la elección de lenguaje y la dirección de la crítica que realizamos se convierten en momentos muy importantes en estas situaciones.
En un contexto de aprendizaje como es el deportivo es inevitable, como hemos subrayado otras veces, corregir errores y comportamientos equivocados. Por un comportamiento entendemos todo lo que puede suceder dentro y fuera del campo: elección táctica, gesto técnico, comportamiento en el vestuario, relación con los compañeros... Los chicos reaccionan, hacen, eligen, se mueven, se relacionan ... y cuando uno hace cosasen las que puede equivocarse.
Los jugadores son muchos, entonces los errores a los que asistimos son múltiples. La paciencia será necesaria, y el tiempo es limitado. Las presiones externas no ayudan. El contexto en el cuál el entrenador se mueve es estresante y rico de emociones. Y en este contexto se le exige realizar de la mejor manera su tarea y a perseguir el objetivo principal: formar y crecer personas además de futbolistas. Gestionar de la mejor manera el error será fundamental para alcanzar el objetivo y no remar contra el crecimiento de los chicos.
Cuando el entrenador corrige a los jugadores tiene que tener siempre claro que antes de nada tiene enfrente personas frágiles en construcción, jarrones frágiles que tendrá que manejar con delicadeza. Las palabras que usamos y la dirección de las críticas que movemos pueden reforzar a los jóvenes aumentando su confianza en si mismos y en sus propias posibilidades (aunque realicen errores) o, al contrario, reducir su autoestima y convencimiento de poder superar sus límites. Por este motivo el entrenador no tiene que dejar pasar las correcciones. El entrenador tiene que realizar la crítica, la corrección, y demostrar desacuerdo delante de comportamientos inadecuados, pero nunca hacia la persona. Es más, cuando es el momento de la corrección tiene que recordar a sus atletas su valor y reafirmar la confianza que pone en sus capacidades y potencial de manera de ayudarles a superar el obstáculo con confianza y determinación.
"Has cometido un error, puede pasar ... este gesto es impreciso ... quizá sería más oportuno si lo hubieses realizado de manera..." son buenos modos para aportar una corrección y subrayar aspectos que repasar.
"Lo estás haciendo todo mal... si lo haces de este modo quiere decir que no piensas en nada... eres imbécil si te comportas así... quieto ahí, lo estas haciendo mal ... así vas fatal..." En estos casos no se discute el comportamiento, si no la persona: a veces de manera directa, tal vez de manera indirecta, usamos palabras que ponen en evidencia al jugador en su totalidad.
Comportamiento y modos de decir las cosas como estos desmotivan a los jugadores (¡y desmotivarían a cualquiera!) que con mayor dificultad conseguirán reaccionar y proponerse de manera constructiva y eficaz en la búsqueda de soluciones y comportamientos diferentes y útiles.
La consecuencia más grave a largo término es la ofensa de la propia imagen y la idea de si mismo: los chicos dudarán de su valor, de las propias capacidades y potencial, tendrá menos confianza en si mismo y menos convicción de poder conseguir objetivos, elementos clave en el deporte y en la vida personal para conseguir convertirse en personas ganadoras.