La relación entre entrenador y jugador: leadership y la necesidad del reconocimiento por parte del jugador
Objetivo
En el deporte la relación entre el entrenador y el jugador ha sido siempre considerada fundamental para determinar de manera positiva el desarrollo de las habilidades y del rendimiento deportivo |
En el fútbol, la atención sobre la relación entre entrenador y jugador cobra importancia cuando el rendimiento singular y sobre todo colectivo de un equipo son insatisfactorios. Entre las muchas causas posibles en estos casos, la mala calidad de la coexistencia y la colaboración entre entrenador y jugadores es muy frecuente.
A menudo se piensa que las características presentes en la relación entre un mister y los jugadores sean sustancialmente análogas a las de cualquier otra situación de intercambio interpersonal entre uno o más sujetos. En realidad, las cosas no son siempre asi; existen aspectos que la hacen más compleja.
¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE EL ENTRENADOR Y LOS JUGADORES?
Desde los mas pequeños al primer equipo, la relación que se establece entre el entrenador y los jugadores es de tipo asimétrico. Se fundamenta en una diferencia de rol (similar a la de maestro-alumno) que delinea también el relativo estatus.
Por definición, el técnico tiene el deber de conducir, enseñar, decidir, seleccionar,... y esto, por consiguiente, lleva implícita la gestión de algunos ''poderes de influencia'' que resultan funcionales para la gestión de los procesos de formación técnica y conductual del atleta y del desarrollo del grupo-equipo. De manera complementaria, a los jugadores se les pide la disponibilidad a hacerse guiar, aprender, compartir los métodos y las decisiones para favorecer la cohesión, la cooperación y para conseguir los objetivos prefijados del equipo. Todo esto se define como un ''juego de partes'', para conseguir un eficaz ejercicio de leadership por parte del entrenador, a los jugadores se les pide colaboración para el buen funcionamiento del equipo.
Podemos describir en breves palabras las siguientes formas de ''poder de influencia'''que cada entrenador ejercita, consciente o inconscientemente, en el ámbito de su propio rol:
- el poder de orientación (el entrenador guía al jugador que sigue sus indicaciones);
- el poder del ejemplo (el entrenador da ejemplo con sus comportamientos y el jugador se identifica en él);
- el poder de competencia (el entrenador tiene competencias preciosas para el jugador);
- el poder de juzgar ( el entrenador valora la calidad, el rendimiento y los comportamientos del jugador);
- el poder de recompensa (el entrenador con sus elecciones puede gratificar al jugador);
- el poder de privación (el entrenador con sus decisiones puede frustrar al jugador).
Estas complejas dinámicas de influencia, que si se gestionan bien refuerzan la autoridad del entrenador hacia los jugadores, además de ser ineludibles ponen a los atletas en una posición relativamente subordinada y sutilmente dependiente del mister.
¿CÓMO SE MANTIENE LA LEADERSHIP?
Si por un lado los jugadores aceptan dejarse guiar por el técnico, ¿qué piden a cambio, desde el punto de vista relacional, para reconocer su leadership y sostener la acción?
Se puede ver en los jóvenes jugadores que a menudo el atleta tiene una profunda necesidad de entender qué espacio tiene en el universo mental del entrenador.
En el caso de que no disponga de tal información a través de feed-back concretos y continuativos por parte del entrenador (algo bastante raro), el jugador, para hacerse una idea de cual es la consideración que su entrenador tiene sobre él, construye una propia representación interna de cómo cree ser percibido, valorado, y seguido por su entrenador. Esto no es un gesto narcisista, si no una exigencia de formarse un cuadro de referencia útil para orientar mejor sus comportamientos y mantener elevada su motivación, el sentido del propio valor, el pertenecer al equipo, y la motivación para mejorar constantemente.
Esta exigencia interpretativa vale un poco para todos, obviamente en medida variable para cada caso.
Es evidente, por ejemplo, que en un equipo quien juega más frecuentemente tiende a tener inferencias más positivas imaginandose ser en general bien valorado por su entrenador y ser importante para él y para su equipo.
Quien por el contrario juega menos, o no juega casi nada, después de cierto tiempo empieza a preguntarse con insistencia cuáles son las razones de su exclusión y cuál es el interés real del entrenador hacia él. En estos casos, las inferencias son mucho menos positivas y suscitan en el sujeto diálogos internos definitivos: ''el mister cree que soy malo'', ''me excluye'', ''juegue bien o mal es como si no existiera''. La consecuencia de estas interpretaciones es que la motivación disminuye, crece la frustración y la hostilidad, se reduce el sentido de formar parte del equipo haciendo que, en el caso de que se trate de un jugador joven, se pueda llegar al abandono del deporte, o si se trata de un jugador adulto o profesional a retirarse en un comportamiento pasivo y rutinario, o lo opuesto, polémico, a la espera de cambiar de aires... o entrenador.
¿CÓMO MANTENER VIVA LA RELACIÓN?
Para no caer en estos problemas de relación, más frecuentes e insidiosos de lo que se piensa, cada entrenador tiene que ser consciente que para mantener viva la relación con los jugadores es indispensable que dedique a cada uno, en campo y fuera, la adecuada atención a través de pequeños pero importantes gestos de cercanía (una sonrisa, una pregunta, un piropo, un consejo, una broma). Además de esto, es importante que el entrenador deje un espacio para hablar con cada jugador de la plantilla para un intercambio de opiniones, sobre el rendimiento, la progresión y los objetivos que hay que mejorar.
De este modo cada jugador tendrá la percepción auténtica de ''estar en la cabeza'' del entrenador, reconociéndole su rol, apreciando el esfuerzo de ''estar con todos y cada uno'', percibiendo el mensaje de respeto y apoyo tan importante para mantener viva la motivación hacia el trabajo y la capacidad de tolerar las eventuales frustraciones que el deportes tal vez nos reserva.