Ganar es parte de nuestra naturaleza
Objetivo
Sumario | Objetivos secundarios |
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El entrenador tiene que ser capaz de estimular el deseo en el interior del jugador |
Formación |
Cuando los chicos pasan de la Escuela de Fútbol al futbol base, creo que nosotros, los adultos debemos ayudarles a transformar muchos aspectos de la forma de salir al campo para hacer frente a un partido. Porque entre los dos sectores el fútbol cambia, inevitablemente. Y se tienen que adaptar
Mientras que en el contexto de la escuela de fútbol a menudo escucho que lo importante no es ganar, sino rendir a un buen nivel y realizar un buen juego más allá del resultado, a los 13-14 años, por una extraña coincidencia, el fútbol se hace más ávido y parece confabularse con las transformaciones adolescentes psicofísicas que aparecen, a partir de esta edad en adelante, un volcán a punto de entrar en erupción. Tormentas hormonales, conflictos internos entre el deseo de autonomía y la necesidad del afecto de los padres a menudo se disfrazan detrás de su ser hosco y rebelde. De manera similar, el futbol que practica, se hace más competitivo
De esta manera se propone el deporte adolescente como un valioso contexto donde canalizar y desahogar toda su energía: en el deseo de ganar. Entrar en el campo a ganar significa atreverse, ponerse a prueba, incluso jugando mal uno llega a emocionarse; jugar para ganar le permite crear más adrenalina, sudor y respiración. Entrar en el campo para ganar es arriesgarse a perder, ayuda a llenarse de valor y coraje ante la adversidad de derrota.
Decir a los niños que entren al campo para hacer las cosas bien más allá del resultado no es tan motivador. Lo veo por la experiencia en el campo ... A menudo me parece que en esto radica una estrategia inconsciente del entrenador para afrontar el partido y aplacar a priori su temor de ser criticado frente a una posible derrota. Mientras que al adolescente no le hace daño enfrentarse al deseo de ganar. El adolescente se espera que un adulto lo motive a jugar para ganar haciendolo lo mejor posible, asi se evoca la victoria!
Aspirar a la victoria es una sombra de una innata carga de motivación en el ser humano. Freud hablaba del instinto de vida, en referencia a un aspecto de nosotros mismos preparado para entrar en erupción como un volcán, la energia positiva. En línea con esto podemos concebir el deseo de emerger como la fuerza que te permite insistir en algo, como por ejemplo nadar para salir del agua y respirar. Bocanadas de oxígeno que has logrado con el trabajo duro y que te hacen sentir vivo. Así es como siento la victoria si pienso dentro de mi, si trato de sentirla poniendome en el lugar de los muchachos cuando celebran un gol que acaban de hacer.
Y ganar se convierte en un reto, donde se reflejan razones atávicas más allá de nuestros orígenes y afloran desde el inicio de los tiempos, cuando ganar era el resultado de la imprudencia con la que se permanecia con vida después de una batalla, con la que se afrontaba la lucha por la supervivencia. Lo bueno es que ganar es una de las posibilidades, porque donde se tiene la posibilidad de ganar también existe la posibilidad de perder. Es una moneda con dos caras. Ese sabor amargo, a veces insoportable, que se siente con la derrota, es como una pesadilla en la que se nada, se nada, y no se puede llegar a la orilla, pero esto es un estímulo clave para aquellos que tienen espiritu ganador, ya que les permite encontrar la fuerza para levantarse por su propio pie y dar el impulso necesario para levantarse. A menos que quieran quedarse allí.
En todo esto, el entrenador es precisamente el que tiene que dar al equipo la creencia de que la victoria es una certeza en qué creer, aunque él sabe que podría no ser así. El entrenador debe motivar ese espiritu ganador y creer en sí mismo para que, como dice Paulo Coelho, "el universo conspire para que consigas tu deseo." Y la victoria ya no sea el objetivo, sino una consecuencia de la creencia de que podemos hacerlo.
Dott.ssa Isabella Gasperini