Error: ¿cuándo decírselo?
Objetivo
Con este artículo afrontamos de manera práctica los modos más útiles para afrontar el delicado momento de la corrección del error. |
Encontrar la manera y el momento correcto para decirle a un jugador cuando se equivoca es fundamental. Puede ser la clave entre hacerle vivir el error como un tramite natural hacia el gesto técnico y la elección táctica más eficaz sin abatirlo o, por el contrario, sentir la desconfianza del mister y creer que quizá "no sera nunca capaz!"
La elección del momento de la corrección es una de las variables que es necesario tener en cuenta. "Lo corrijo enseguida? O espero al final del ejercicio? Mejor que le diga primero como hacerlo?" Aclaremos un poco las cosas y ordenemos las ideas. Antes de nada, como a menudo digo, no existe una regla absoluta que valga para todas las ocasiones. Existen factores que se tienen en cuenta y que proporcionan utiles indicaciones. Estas nos ayudaran en el momento en el que vamos a entrar en nuestra realidad especifica y a relacionarnos con nuestros jugadores. Un concepto que quiero exponer desde el principio es el de valorar siempre quien tenemos delante ya que no poseemos la llave maestra que abre todas las puertas y todos los jugadores necesitan un tratamiento diferente y personalizado.
Si hablamos de los factores relacionados, la edad es una de las variantes a tener en cuenta. Podemos decir que cuanto más joven es el atleta antes tendré que comunicarle lo que esta haciendo y como lo esta haciendo. Esto porque los más pequeños estan caracterizados por un pensamiento concreto basado en el "aqui y ahora" con capacidades alternativas reducidas con lo que necesitan hablar para poder comprender lo que les queremos transmitir y a lo que nos estamos refiriendo. Si hacemos pasar demasiado tiempo les costaría recordar la situación y los gestos realizados.
Creciendo podemos posticipar la corrección a un segundo momento ya que los chicos mejoraran su capacidad cognitiva y recordaran generalmente mejor lo que sucede.
También es cierto que, este es un concepto que quiero subrayar, si yo corrijo a mis jugadores, por grandes o pequeños que sean, enseguida, no les doy la oportunidad de entender y encontrar por si mismos el camino para una elección técnico-táctica o de otra naturaleza más eficaz. Si estoy siempre ahí para corregir el tiro que acaban de falla les quito la oportunidad real de aprendizaje, de responsabilidad, de consciencia y de desarrollo de un pensamiento critico y autónomo. Que hacer entonces? El equilibrio es muy delicado y a menudo esta en la sensibilidad del entrenador entender, en base al jugador, el momento, y la situación en la cuál intervenir.
Existen otras reflexiones importantes que pueden aclararnos las ideas.
- Objetivos. La elección del momento de la corrección depende de los objetivos. Si estoy trabajando sobre la motivación, sobre la toma de responsabilidad, sobre el desarrollo de un pensamiento creativo, sobre la consciencia, entonces dejemosles libres. Estos objetivos de hecho no tendrían que faltar nunca, pero es cierto también que hay momentos de la temporada donde son absolutamente primarios (inicio de la temporada, categorías con los jugadores más jóvenes, chico con dificultades particulares que necesitan recobrar confianza..)
- Ética. Si lo que esta haciendo mi jugador es peligroso o no ético ciertamente se le corrige enseguida y es importante realizar con el jugador o con el equipo entero algunas reflexiones a nivel moral y emotivo.
- Aprendizaje. Siguiendo la línea de lo expresado en el artículo precedente, cuanto más llegue el chico por si solo a la solución eficaz más aprenderá y mayor sera su conocimiento motriz, cognitivo y experiencial que le sera útil en los desafíos futuros. Además, llegar a entender por si solo si se esta equivocando y encontrar el camino correcto tiene un efecto extremadamente positivo en la autoestima y en la autoeficacia.
- Riesgo de automatización del error. Llegados a este punto habréis entendido que es oportuno que los chicos sean solo guiados en el recorrido de crecimiento y aprendizaje, poniendo fronteras muy amplias dentro de las cuales puedan experimentar equivocándose. Aunque, si el Mister se da cuenta de que el chico esta tomando elecciones muy lejanas a los objetivos que se estan trabajando o se están automatizando gestos y comportamientos ineficaces entonces deberíamos intervenir intentando aplicar un descubrimiento guiado hacia la solución. De esto nos ocuparemos en el proximo artículo. Mientras tanto os deseo, buen trabajo!