Quien bien empieza...
Objetivo
En este artículo hablamos de cómo empezar cuando vamos a corregir a nuestros jugadores y hablamos de los errores cometidos |
Cuando nos encontramos en la delicada situación de tener que decirle a un jugador que se ha equivocado o si tenemos que analizar con él qué es lo que ha funcionado o no en el contexto del juego, es fundamental empezar con buen pie, ya que esto nos permitirá crear el terreno adecuado sobre el que actuar de manera colaborativa con el jugador y/o el equipo.
Cualquiera que sea el error, el aspecto sobre el que tenemos que trabajar o el tema a trtar (partido, entrenamiento, vestuario...), antes de nada vamos a subrayar los elementos positivos encontrados, las cosas que han funcionado y los objetivos alcanzados. Unas pocas palabras que recuerden que en un contexto de aprendizaje es natural progresar, pero también lo es encontrar dificultades y en algún momento empeorar (pensamos en los numerosos cambios físicos, psicológicos y biológicos que los jóvenes afrontaran en su adolescencia y que les llevan a reducciones evidentes en el aprendizaje).
Debemos buscar palabras que hagan entender que estamos trabajando en la dirección adecuada, que trasmitan confianza y entusiasmo. Enfocándonos a diferentes de motivos que están ligados sobre todo a los estados de ánimo de los chicos, como por ejemplo:
- Aumentar la autoestima;
- Aumentar el sentido de autoeficacia percibida;
- Alimentar la resistencia psicológica;
- Mantener un clima de trabajo positivo y de confianza;
- Escuchar con interés las criticas que vertieran sobre nosotros;
- Dejar atrás la óptica educativa habitual que tiende a minimizar y a dejar en un segundo plano los objetivos alcanzados.
Subrayar primero los aspectos positivos del rendimiento permite al jugador de mantener la serenidad necesaria y la confianza en sus capacidades y en el trabajo del Mister. De esta manera será más fácil aceptar los aspectos negativos que probablemente se verá capaz de poder afrontar y mejorar. El Mister en este sentido tiene el deber de recordar las experiencias pasadas positivas realizadas y subrayar que los errores pasados han sido superados con éxito aunque en su momento parecían montañas inseparables.
El error comunicado y subrayado de manera fría y descontextualizada podría bloquearlo y llevarlo a estados de ánimo negativos que serán un obstáculo para la superación del mismo error. Sentir de inmediato los errores puede hacerlo sentir mal como persona. El jugador puede sentirse atacado y, de este modo, en lugar de colaborar buscando soluciones más eficaces adoptará una postura de defensa y buscará excusas o culpables.
Para mejorar y trabajar en los errores cometidos es necesario tener confianza, esforzarse y estar rodeado de personas que se sienten de la misma manera. No creo que, si tenemos una visión amplia y transversal en las diferentes esferas implicadas en el rendimiento deportivo (técnica, táctica, física, mental), exista un rendimiento negativo total. Digo esto porque cuando hablo con los entrenadores intuyo en sus gestos que tal vez crean que ciertos rendimientos sean para olvidar y que no hay nada que se pueda salvar. Si aprenden a ir más alla del simple resultado o de los elementos técnico-tácticos, podemos encontrar numerosos objetivos alcanzados y aspectos que reforzar. Notamos, por ejemplo, que los chicos han demostrado un estado de confianza o una buena gestión de la ansiedad; podemos imaginar que han estado unidos desde el vestuario, que han sabido apoyarse al final del partido después de un mal resultado, que han demostrado respeto por las elecciones arbitraria, no han caído en las provocaciones adversarias, han jugado bien, etc.. Si mi atención es a 360 grados ciertamente sabré ver los detalles y elementos que en el futuro harán la diferencia, que podrán incidir de manera positiva en la superación de dificultades y que nos ayudarán a alcanzar otros pequeños éxitos, personales y de equipo.