AAA en busca de excusas
Objetivo
Enfrente de un error los jugadores pueden atribuir la causa a diferentes factores externos. Trabajamos sobre los comportamientos y el vocabulario para darnos cuando esto esta sucediendo. |
Los jugadores delante de una derrota o un error pueden atribuir las causas a factores externos. Es importante trabajar en la serena toma de responsabilidades y entender cuanto nuestro comportamiento y nuestro vocabulario condiciona dicho proceso.
Un error arbitral, un campo en malas condiciones, una táctica del Míster equivocada, un largo viaje... Son muchas las situaciones que tienen que ver con el rendimiento y no todas están bajo el control del jugador. Pero en que medida condicionan el rendimiento? Y, sobre todo, de que manera somos nosotros entrenadores a atribuir la causa de un fracaso a tales factores de manera que los jugadores no se sientan responsables?
Atribuir las culpas a factores externos no es útil. Existen entrenadores que antes de hablar con sus jugadores sobre su rendimiento, hablan de cuanto el arbitraje ha influido sobre el resultado, de como no es posible jugar en un campo en tan mal estado, "el balón bota mal", "el calor era insoportable"... como si el otro equipo jugara en condiciones diferentes!
Ser conscientes y reconocer que factores externos han condicionado el rendimiento es una cosa: atribuir la causa de los propios errores o de la baja prestación a otro o a un factor externo es muy diferente.
Los atleta tienen que aprender a asumir la responsabilidad de su rendimiento y entender que sus acciones están en la mayoría de los casos bajo su control.
Admitir que se ha realizado un error es algo fácil si se tiene sobre todo una relación serena con el error. Esto puede suceder en el momento en el cuál el entrenador tiene una reacción ecua y constructiva frente al error: comprende, dirige, pregunta, es paciente, con confianza y propositividad.
En el segundo paso, el atleta asume sus responsabilidades de lo sucedido si el error no reduce la confianza que tiene en sus propias posibilidades; el atleta sabe que se esta esforzando y esta trabajando para mejorar e incidir en el rendimiento del equipo, entonces mira con rabia constructiva y ganas de revancha lo que no ha ido bien.
El comportamiento del Míster es fundamental: sus reacciones a los errores, verbales y no verbales, la confianza que trasmite, hacia donde señala las responsabilidades sin nunca hablar de culpas, los refuerzos que trasmite. Un comportamiento positivo que tiene que ser continuo y creíble. Diversamente los jugadores respirarían un clima tenso y de desconfianza por lo que, para no sentir atacada su confianza, buscarían excusas y capos expiatorios en una escalada negativa de acusaciones recíprocas.
El Míster frente a los errores de sus jugadores podría atribuir la causa de su desempeño, a la poca motivación, al hecho que "no me escuchan", etc. De esta manera se consigue (o así se cree) salvarse alcanzando probablemente su objetivo personal: mantener una buena reputación personal desinteresándose del crecimiento de los jugadores.
Los jugadores pueden fácilmente aprender a encontrar excusas preservando de esta manera su imagen y haciéndole sentir en paz con sí mismo. Pero solo en aparencia. Por cuanto el mecanismo se inconsciente, cada uno de nosotros en el fondo es consciente de como ha jugado. Los que ponen excusas son a menudo los jugadores más inseguros, con poca autoestima, poco dispuestos a ponerse en discusión y a trabajar duro para mejorar.
El deber del entrenador es ciertamente el de entrenar la resiliencia, transmitir confianza y responsabilizar. Los chicos tienen que aprender la responsabilidad del juego individual y de equipo porque solo a través del juego de equipo en el que todos se sienten responsables del error, teniendo el derecho de cometerlos, se podrá llegar a realizar un rendimiento ganador.